La República Dominicana ha entrado una etapa peligrosisima, y de aquí a cincuenta años es muy probable que nuestra cultura hispana ocupe estatus minoritario dentro de nuestro propio territorio, siendo cada año ahogada por un número de turistas que sobrepasa la población de la nación.
A esta amenaza cultural se agrega la del pasaporte prieto, que cada vez le facilita la emigración a nuestra élite cognitiva, y si en éste, mi primer escrito en castellano, hay algún error, considérelo aun mas evidencia del gran peligro que enfrenta hasta el mismo idioma que hablamos.
Yo salí de la República Dominicana cuando tenía apenas 8 años, y considero que salir de mi patria fue el mas grave castigo que el destino me puso adelante. Salir de su patria y llegar a un país mas rico no significa llegar a la gloria; a lo contrario, significa el comienzo de una larga y humillante trayectoria de asimilación forzada, y de la perdida de su cultura.
Muchos inmigrantes en El Bronx -- donde vivía yo en mas miseria de la que gozaba antes de salir del supuesto tercer mundo -- se agrupan en comunidades cerradas, sin hacer el mas mínimo esfuerzo para integrarse a un nivel que les permitiría subir a la clase media alta. Para alcanzar la clase media alta en los Estados Unidos hay que o ser pelotero, o perder lo que nos hace dominicanos.
Considere que después de los 8 años de edad yo no tuve educación formal en castellano, osea que cuando llegué a la Universidad de Yale, una de las mas prestigiosas del mundo, me tragué el orgullo y decidí recuperar no lo que había perdido, si no lo que me pertenecía.
En una clase de lingüística castellana, donde yo era el único hispano, la profesora iba discutiendo la palabra "nadie" y como en algunos países caribeños con influencia gallega se decía "naide."
Yo, dominicano de campo que soy y que siempre sonreía sin razón, cometí el error de sonreír, pensando en una palabra que mi abuelo solía usar. La profesora me pregunto: "¿José, lo vi sonreír, hay alguna razón?"
Yo respondí, muy alegremente pensando en tonterías de mi infancia: "Mi abuelo utilizaba esa palabra."
Ella me dijo, muy seriamente: "Esa es una palabra que la gente con muy poca educación utiliza."
Yo no reaccioné, ella tenia la razón, mi abuelo solo llegó a cursar un 6to grado, a pesar de ser sindico, y yo entendí que para progresar en su ambiente no podía sonreír sin razón, ni podía utilizar galleguismos o africanismos en mi vocablo.
Sonreír sin razón era algo que yo antes consideraba normal y parte de lo que me hacia ser dominicano, pero ahora cuando un dominicano sonríe sin razón me provoca sospecha. Cuando un familiar o amigo mio utiliza un galleguismo o un africanismo, lo juzgo silenciosamente.
En la universidad los otros "dominicanos" hablaban mal de mi, me miraban mal cuando yo hablaba en español, y decían que yo era el mas dominicano, algo que obviamente no era positivo. Mis chistes, los apodos que ponía... eso les provocaba asco. Pero nada, se aprende a no hacer chistes o a utilizar apodos.
Ya al cuarto año de la universidad tenia una personalidad seca, y apropiada para un ambiente anglo-sajón. Incluso, algunos compañeros míos tuvieron la poca dignidad de felicitarme por mi asimilación, diciéndome que pensaban que yo iba a sorprenderlos en el futuro.
Debido a mi hablar y comportamiento dominicano-campesino, ellos habían descartado mi inteligencia. En la mente de una persona blanca y educada, el que no se comporta como él en su ambiente es simplemente inferior o ofensivo. Los dominicanos que se asimilan a esa cultura élite-americana por lo general le tienen odio a los dominicanos pobres, y con cada chiste de barrio o de pueblo que escuchan, ese odio aumenta. En fin, algunos compañeros míos en la universidad me confesaron que no querían saber de la República Dominicana debido a los problemas de desarrollo que sufría.
¿Cuando el año pasado la República Dominicana se encontraba bajo ataque de la prensa anglo-sajona y europea, cuantos dominicanos graduados de Yale grabaron un video o escribieron un artículo criticando la hipocresía?
Que yo sepa, solo yo. Todos esos otros traidores americanizados serian los primeros en fila para fusionar a la patria de Duarte con la del vudú.
Yo he viajado el mundo, y conozco la realidad: estos países ricos asimilan a nuestra élite cognitiva y los entrenan para pelear contra sus propios paisanos, mientras que su nueva patria comete crímenes a un nivel que la República Dominicana nunca ha conocido.
No creo que necesito detallar la tortura, las invasiones falsas, las masacres aéreas, o las mentiras del imperio yanqui para enfatizar que ningún ciudadano estadounidense ocupa un nivel moral para criticar la política migratoria dominicana.
Si yo me hubiese quedado en los Estados Unidos, si hubiese seguido estudiando en sus centros de asimilación forzada, hoy estaría utilizando mi talento literario para atacar a la República Dominicana, como hacen los traidores que se comen la política podrida de Washington.
Pero yo he vivido en Europa y conozca la realidad ultra-racista que sufren los dominicanos aquí, donde nos tratan como animales, y donde sufrimos mucha peor injurias de las que sufren los haitianos en República Dominicana. El dominicano que se muda a Estados Unidos en busca de progresar a la clase alta solo busca sacrificar su cultura, y el que emigra a Europa solo busca sacrificar su dignidad.
Como dije antes, que mi padre me llevara a Estados Unidos joven considero que fue la peor maldición que el destino me puso adelante, pero ahora estoy convencido de que venir a Europa fue la peor decisión que he tomado en mi vida entera.
Cuando me gradué de la universidad, ya estaba casi asimilado a la cultura americana, a pesar de que no estaba feliz porque sabía que no era quien quería ser, y que estaba un país podrido por el imperialismo y la arrogancia.
Pensé que en Europa habría mas posibilidad para vivir feliz, pero la realidad racista aquí no lo permite.
Yo llevo ya casi 5 años sin trabajar formalmente, y cuando la gente me pregunta que porque, yo humildemente digo que estoy escribiendo sin entrar en detalles. No menciono que sueno en la prensa tejana, la taiwanesa, y hasta en Suiza, o que soy el dominicano que tiene la pagina en Ingles mas grande del Internet.
Así tan humildemente me encontraba en la boutique de mi amiga en Amsterdam, cuando entra una muy rica y elegante señora que obviamente se piensa que cada dominicano en Europa es una persona pobre y de baja educación que vino aquí por la desesperación, y no por que le estaba escapando al asco del imperialismo.
La señora me preguntó en holandés, muy rápidamente en su acento que de que material estaba compuesto un bolso de 150 euros. Le respondí en holandés que no sabia, sin explicarle que yo no trabajaba ahí, y que me disculpe que no entiendo muy bien si habla en holandés muy rápido.
¿Para que fue eso?
Ello solo podía ver un moreno del tercer mundo trabajando en una tienda y que ni siquiera sabía de que material estaba compuesto un bolso que vendía donde trabajaba. Que yo le había pedido disculpa a ella solo le confirmó que ella tenía la razón, y ahí comenzó a predicar su nabandera dominican fuegocionalismo, diciéndome que yo tenía que aprender mejor su idioma, entenderlo todo, o que si no nunca podría asimilarme a su gran cultura holandesa.
Usted como dominicano puede ser ciudadano estadounidense graduado de Yale, escritor de varios libros, dueño de una pagina de Internet famosa, pero para una persona aquí en Europa, usted no es nada mas que un inmigrante de mierda que con solo dos anos en su país no ha podido aprender el idioma adecuadamente y hasta se merece de insultos por ese fallo.
¿Y sabe usted que? La injurias que yo hubiese sufrido habrían sido mucho peor si no fuese por ese pasaporte americano que tengo. A un dominicano que valora su cultura y su dignidad, aunque sea mi peor enemigo, jamas le recomendaría la inmigración para este continente.
La puertas de Europa ya están cerradas, y el odio anti-dominicano solo seguirá aumentando en los Estados Unidos, incluso si el Señor Trump pierde. La República Dominicana crece económicamente cada día, mientras que países europeos como Grecia se hunden en la miseria y el odio.
Nuestro deber ahora debería ser mejorar la Patria de Duarte para que ningún dominicano tenga que salir a sufrir injurias racistas en el extranjero.
Para protegernos y mejorar la patria, tenemos que construir una muralla con Haití, un estado fallido donde se presenta una amenaza a la estabilidad de la patria.
Europa y Estados Unidos están en guerra contra el Estado Islámico, y su diplomacia contra la República Dominicana es una diplomacia de guerra, ya que es lo único que han conocido este siglo.
Necesitamos un hombre que entiende esa política de guerra, y que pueda fortalecer la patria, para que nadie sienta la necesidad de salir a sacrificar su cultura y tradiciones.